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El nacimiento de la OACI

Antonio Rodríguez-Laiz

Antonio Rodríguez-Laiz

AERTEC / Marketing & Communication

 

No deja de ser paradójico que la aviación, a pesar de su juventud, sea uno de los campos de desarrollo técnico en los que más se ha avanzado en menos tiempo. Se trata de un medio de transporte que apenas lleva un siglo portando pasajeros pero que, sin embargo, es en la actualidad el más seguro y eficiente.

En el año 1903, los hermanos Wright hicieron su primer vuelo, considerado por muchos el principio de la aviación por ser la primera ocasión en que una aeronave más pesada que el aire levantaba el vuelo. Los vuelos comerciales en los que se portaban pasajeros de forma regular no comenzaron a ser algo cotidiano hasta pasada una década, pero, desde ese momento, el avance y la innovación fueron constantes.

Desde los albores de la aviación civil ha existido una inquietud permanente por preservar la seguridad en el transporte aéreo.

El objetivo perseguido en la evolución de las aeronaves fue cambiando con el paso de los años. Si al principio el reto era mantener a las aeronaves por más tiempo en el aire y recorrer mayores distancias, después fue aumentar paulatinamente la capacidad de pasajeros o de carga. La velocidad fue otra de las barreras que había que ir venciendo paso a paso hasta que se llegó al vigente récord del SR-71. Actualmente, ya casi todos los avances en las aeronaves están focalizados hacia mejoras en la eficiencia y la seguridad.

Pero volviendo la mirada hacia atrás, en 1919 se llevó a cabo en París un primer intento para abordar una reglamentación internacional en materia de aviación civil. Al final de la primera gran guerra, la aviación había progresado significativamente y, sobre todo, había cambiado el concepto que la gente tenía de ella. Ya no se concebía tan solo como el sueño de unos locos pioneros, sino que se percibían sus evidentes ventajas para el transporte de personas en largas distancias.

La Convención de París de 1919 (Convención para la Reglamentación de la Navegación Aérea Internacional) dio lugar a la creación de la Comisión Internacional de Navegación Aérea y dispuso algunos principios tales como:

  • La soberanía de los estados
  • Las reglamentaciones relativas a aeronaves y pilotos.
  • Los equipos de comunicación.
  • Los libros, certificados y titulación de los pilotos.
  • La distinción de los tipos de aeronaves en función de su uso.

El avance que experimentó la aviación en los siguientes años se vio interrumpido por el estallido de la segunda Guerra Mundial que, paradójicamente, contribuyó a los mayores avances de la aviación en su corta historia. Durante ese periodo las aeronaves habían pasado de utilizar la madera como base de su construcción a ser enteramente metálicas; las prestaciones de los nuevos aviones eran asombrosas; la potencia de los motores era increíble y aparecían los primeros reactores; la radio se impuso como un medio de comunicación permanente y el radar hizo su aparición…

En el año 1944, cercano ya el final de la guerra, los Estados Unidos promovieron una convención en la ciudad de Chicago con el objetivo de dar un impulso a la aviación internacional en tiempos de paz. A ella acudieron representantes de 52 estados.

En el seno de dicha reunión se acordó constituir un organismo permanente que continuase la tarea de 1919, llamado inicialmente Organización Provisional de Aviación Civil Internacional (OPACI), hasta que el 4 de abril de 1947 pasó a denominarse Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), al ser refrendado el convenio por los Estados miembros y entrar en vigor. Su objetivo fue, y es, “desarrollar los principios y técnicas de la navegación aérea internacional y fomentar la organización y desenvolvimiento del transporte aéreo internacional”.

Finalmente, el convenio regulaba en sus 96 artículos los privilegios y restricciones de todos los estados contratantes en materia de aviación civil, estableciendo de manera liberal los aspectos de navegación y tráfico aéreo, junto con el tráfico aéreo sin remuneración. El transporte aéreo oneroso quedaba al arbitrio de acuerdos bilaterales entre Estados, que serían registrados en la OACI.

El “Convenio sobre Aviación Civil Internacional” o “Convenio de Chicago” fue un éxito y, en la práctica, es el que regula actualmente la aviación civil internacional en todo el mundo. La OACI es una agencia especializada de la ONU y forman parte de ella los 191 estados contratantes del Convenio de Chicago.

 

 

 

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